El presente ensayo está basado en el tratamiento que el periódico El Diario de Hoy le dio a las noticias de muerte a causa de violencia que acontecen en El Salvador, entre el 20 y 30 de noviembre de 2009. Al mismo tiempo, se enmarca en una reflexión sobre la actitud que éste debería de tener frente al dolor de los demás, visto desde la ética del dolor noticioso de Alberto López y Hermida Russo. A partir de esto se plantea que los periodistas de este medio de comunicación salvadoreño, convierten en espectáculo el sufrimiento de los seres humanos, lo cual no contribuye a la construcción del bienestar en la sociedad.
En la actualidad, la mayor parte de la agenda mediática está basada en el dolor humano, la muerte, tragedias, violencia, accidentes, etc. Pareciera que son estas temáticas las que aumentan la audiencia y las ventas. A sabiendas de que todo medio de comunicación es una empresa y por ello busca lucrarse para mantener su posicionamiento en el mercado, cubre los hechos que causen más impacto social; porque de esta forma trata de superar la búsqueda de información de la competencia y, para alcanzarlo, no le importa si se sobrepasa al mostrar los sucesos de forma cruda y amarillista. Un claro ejemplo es el titular de la nota del 20 de noviembre: “Una persona es asesinada cada dos horas en El Salvador”.
Susan Sontag afirma que: “Los hechos de dolor, del horror y del terror son algo habitual en los medios tradicionales…El hombre moderno cuenta con innumerables oportunidades para mirar los horrores que ocurren en el mundo” , a partir de ello el ser humano se ha acostumbrado a ver la muerte y violencia como algo cotidiano, que lo convierte en un ente apático al dolor ajeno.
Vivimos en la era de la información, que nos llega en gran medida a través de imágenes, las cuales se han transformado en la única forma de representar los acontecimientos para provocar sensacionalismo y captar la atención de las audiencias; por lo tanto, ahora lo que no tiene imágenes resulta poco llamativo, no impacta, ni causa interés. Lo que no tiene imágenes ya no es noticia.
Fernando Savater dice que “las ideas no son imágenes…estamos acostumbrados a pensar que toda idea tiene que ir acompañada de las imágenes” , por ello las noticias de muerte para el imaginario colectivo salvadoreño remiten a fotos de hechos sangrientos y grotescos, cayendo así en el fatalismo.
Ante esto, vale la pena cuestionarse si El Diario de Hoy podrá llegar a transmitir la información sobre el dolor sin sensacionalismo, porque esto únicamente contribuye a seguir creando una sociedad anestesiada moral y emocionalmente. Pasiva ante la necesidad del otro e insensible frente a la realidad.
Ética noticiosa: El periodista ante el sufrimiento
Según Alberto López y Hermida Russo “el sufrimiento es una clave que se arraiga en lo más íntimo de la persona al punto de poder afirmar que sin dolor el hombre no sería tal…sólo el hombre puede sufrir” ; por ello, toda la especie humana está condenada a sufrir en la medida en que carece de algo (salud, dinero, tranquilidad, etc.).
En El Salvador, los periodistas están inmersos de hechos de violencia y muerte que son enviados a cubrir como parte de las políticas del medio al que pertenecen; no obstante, hace falta preguntarse si es ético que el sufrimiento del hombre sirva como asunto de información periodística.
En la noticia escrita por Belén Quintana y Jaime López, periodistas de EDH, se deja claro que entre más descripción se haga del hecho, más controversia produce: “…Según las indagaciones, Cruz fue atacado por dos sujetos, quienes sin mediar palabra le asestaron dos disparos, a plena luz del día y en medio de una gran cantidad de personas que hacían las compras de la semana”. Acá se refleja cómo se ha convertido el escenario en una novela, jugando así con el sentimentalismo de los lectores.
¿Quién no recuerda el caso de Katia Miranda? Una niña que fue violada y asesinada a los 9 años de edad en 1999. Un caso que provocó gran polémica en la sociedad salvadoreña y del cual, hasta el día de hoy, los medios siguen dando la noticia, a través de sentimientos de compasión, ira y lástima. En la actualidad, y con la visita de Hilda Jiménez, su madre, y Gina Marcela, su hermana, al país (ambas viven en Estados Unidos con asilo político) El Diario de Hoy ha vuelto a generar un bombardeo hacia esta historia, a través de noticias que convierten el suceso en algo llamativo, instrumentalizando así el dolor del otro. Por ejemplo, la nota del 24 de noviembre, la cual se titula: “Madre y hermana de Katya visitan tumba”.
A raíz de esto, López y Russo afirman que la noticia es un acontecimiento actual, interesante y comunicable; es decir, que como ningún hombre está libre del sufrir, constantemente se ve envuelto en circunstancias que lo conducen a padecimientos de los cuales el periodista pretende ser testigo y hacer de eso algo de interés público. Con ello no se pretende que se dejen de reportear noticias dolorosas, porque de ser así se estaría desinformando a las audiencias; el problema radica en la manera en que se reportea y se presentan los hechos: como sucesos frívolos y distantes.
Ante la actitud de apatía y banalidad que tiene el periodista frente a la muerte, al cual ya no le horroriza nada porque todo le resulta aburrido y gris, vale la pena retomar la ética del ejercicio profesional que plantea Emilio Martínez Navarro “…la vocación profesional como proyecto personal de vida buena debe ofrecer un servicio de calidad a la sociedad y a la humanidad, teniendo en cuenta también a las generaciones venideras” . Por lo tanto, un profesional que no sea capaz de mantener la justicia y verterse hacia los más débiles, no sirve para nada.
La muerte: un dolor de todos los seres humanos
La muerte, aunque es común en la vida de todo ser humano, es algo difícil de aceptar por parte de las personas. Muchos hombres no admiten que son seres limitados y, como tales, van a morir. Asimismo, hay sufrimientos que son consecuencias de nuestra frágil naturaleza (enfermedades, ancianidad, soledad, etc.); no obstante, no hay que olvidar que el sufrimiento no es sinónimo de infelicidad y que la felicidad tampoco significa ausencia de dolor.
El hombre puede terminar evadiendo el dolor; sin embargo, sin darse cuenta, va dejando de ser hombre, porque al perder los vínculos profundos que lo unen con el otro cae en un vacío terrible. Y es que el ser humano aspira a la eternidad y desea perpetuar más allá de la muerte, no obstante ¿cómo puede salir de su condición temporal si no deja de lado el egoísmo que lo limita a pensar en los otros? Vale la pena, entonces, hacer una reflexión de la muerte desde la razón, sabiendo que hay un límite para todo y es irremediable el sufrimiento.
“Con 19 muertos el martes fue el día más violento del mes” , este fue uno de los titulares del Diario de Hoy, el pasado 26 de noviembre, lo que obliga a pensar que la muerte se ha convertido en números y entre más alta es la cantidad, más noticioso y doloroso resultan ser los acontecimientos. Al mismo tiempo, este medio se ha encargado de despojar de rostro humano a la muerte, sobre todo porque las cifras son aplastantes y aplastan a la humanidad; por lo tanto, ¿cómo puede cambiar la manera de ver el dolor ajeno cuando el individuo que sufre no tiene nombre?
Cada persona debería plantearse qué es lo que el otro necesita para que nuestra respuesta de necesidad sea de respeto y de mayor compresión, lo que facilitará la convivencia entre los hombres.
La anulación del ser humano como parte de la manipulación informativa
Los medios de comunicación se han caracterizado por ser las fuentes de información con mayor credibilidad en la sociedad. No obstante, dicha confianza semántica se ha ido corrompiendo con el pasar del tiempo debido al sensacionalismo con el que transmiten los hechos de muerte en El Salvador. Pareciera que la ética periodística es inexistente porque es siempre manipulable por la necesidad humana y el contexto.
A todo esto se suman los intereses que tienen los medios como estructuras institucionales que, a través de lo verosímil de las imágenes, construyen íconos representativos que encuadran y reducen la realidad. Carlos Álvarez Teijeiro dice que “Desde que los seres humanos somos quienes somos, la información ha sido entendida como sinónimo de poder” , lo que conlleva a pensar que entre más se maneje una lógica del dominio, más fragmentada y distorsionada será la percepción de la realidad.
El pasado 26 de noviembre, el ISDEMU (Instituto Salvadoreño de Desarrollo de la Mujer), publicó en EDH unas gráficas estadísticas, en las que se reflejó que en el 95% de los casos de violencia, las víctimas son mujeres. No obstante, este hecho se encuadró de tal manera que la información no pasó de ser un comentario sobre la marcha que muchos grupos de mujeres hicieron en las calles exigiendo protección del Estado frente a ellas; en lugar de presentar una noticia con mayores datos, análisis e investigación.
Y es que, ante los hechos de muerte por violencia, los medios de comunicación corren tres peligros éticos, respaldados por López y Russo, a la hora de tratar el tema del dolor humano: “camuflarlo en el anonimato, convertirlo en un espectáculo o hacerlo tan trivial que importa lo más mínimo”.
El segundo de éstos resulta más común sobre todo por la falta de compasión ante la dolencia de los demás; pues, mientras no se muestre empatía frente al dolor del otro, no se podrá construir una nueva humanidad. Ante esto, Hegel afirma que “…sólo llegamos a ser verdaderos sujetos asumiendo la condición, la verdadera condición de pobre, fracasado y víctima”.
Partiendo de que la ética es una reflexión de las conductas humanas, surge la idea de calidad de vida, pero calidad de vida para pocos, porque siempre que haya tragedia el periodista se inmiscuye hacia lo más drástico de los acontecimientos, donde se encuentran los más desfavorecidos. Aquéllos que no tienen ni voz ni voto dentro de la sociedad y que, por lo tanto, son el instrumento perfecto para que los medios de comunicación hagan la noticia.
El hombre es un ser que, por su misma especie, necesita relacionarse con los demás, pues de otra manera no podría sobrevivir. Por naturaleza, se inclina a defender su vida, pero ¿qué vida pretende defender? El problema radica en que frente al dolor que éste cuestionamiento le causa, la razón humana se pierde en la búsqueda de argumentos que la satisfagan.
¿Cuál debería de ser la actitud de El Diario de Hoy, que uno de los periódicos más fuertes en el país, frente al tema de la muerte y el sufrimiento?
El tema del dolor es uno de los grandes enigmas de la existencia humana pues, a pesar de convivir con él diariamente, el hombre se resiste a aceptarlo. Ante esto, ¿cómo EDH puede mostrar la novedad de la noticia frente a un hecho que se ha convertido en algo rutinario y teatral? Hasta el momento, la única vía que ha tomado es la del show y el espectáculo, utilizando titulares como el publicado el 22 de noviembre: “Violencia trunca sueños de 178 estudiantes”.
Se pueden buscar diferentes soluciones para encarar esta problemática de espectacularización de la muerte; sin embargo, resulta más viable una solución antropológica. Según López y Russo “hay que entender que el sufrimiento es una clave que se arraiga en lo más íntimo de la persona, al punto de poder afirmar que sin dolor el hombre no sería tal”. Por ende, los periodistas de EDH deben exigirse una reflexión más profunda de esta temática que toca profundamente al hombre en sí; y antes de cubrir noticias de dolor, deben tener presente la dignidad humana de la persona que lo padece.
Nuestra sociedad necesita que trabajemos la idea de consentimiento y que se le pregunte antes de tomar decisiones. Es necesario crear esta cultura para que al satisfacer la necesidad del otro, no se pase por encima del respeto que éste se merece. Desde una reflexión ética, el ser humano tiene la libertad inviolable de padecer su sufrimiento de manera personal, íntima y única.
Un periodista no puede perderse y quedarse con una imagen. Debe investigar, contrastar y comprobar los hechos aún si está sujeto a una línea mediática que rige su profesión. Un periodista que cubre hechos de muerte debe respetar la autonomía de cada individuo, con la responsabilidad que esto implica. Sólo poniendo en práctica el término de versión planteado por Ellacuría, podrá ver las necesidades de los demás sin instrumentalizar la figura humana; algo en lo que Hinkelammert también hace énfasis: “El bien común se destruye en el grado en que toda acción humana es sometida a un cálculo de utilidad”.
No obstante, cada profesional decide sobre su propia vida; por esta razón, el periodista tiene la responsabilidad ética de optar sobre qué quiere reportear y el tratamiento que le va a dar a la nota. Él es el único que puede escoger qué camino seguir: si los lineamientos de la empresa en la cual trabaja o laborar según sus convicciones, creencias y valores personales.
Cabe aclarar que en el período de fechas analizadas, 20-30 de noviembre, no se encontró ninguna noticia que tratara el tema de muerte por violencia de forma diferente a la presentada. Tampoco se encontró ninguna nota que planteara lo que significa la idea de calidad de vida para el medio, por ello el ensayo se basa en una critica de la actitud que EDH tiene frente al dolor, desde la ética de la muerte en las noticias informativas, tratando de dar algunas alternativas que pueden volver el trabajo periodístico más humano.
N.S and co.
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